Ello no quita que consideremos prioritario un enfoque sostenible, como la lucha ecológica contra las plagas, basado en el mantenimiento y el fomento de la bio diversidad, el reciclaje de los nutrientes y la búsqueda de asociaciones simbióticas.
Los insectos y roedores, muy abundantes, se comen las raíces, y a la propia planta, pero los daños son mínimos. Insectos benéficos, mustélidos, gatos y culebras de agua mantienen las poblaciones en niveles soportables. Un gran problema son los topos y ardillas, por cuyas madrigueras se pierden grandes cantidades de agua y nutrientes. La solución por una parte es acortar los intervalos de riego, para no darles tiempo a establecerse, y por otra, cerrar los boquetes a mano cada vez que cortamos, y en el caso de los insectos, pasar una bina, lo que la plantación agradece. Los reptiles juegan un papel importante, en especial las culebras de agua, que además de comerse a los roedores, disminuyen por competencia el número de cobras.

El mejor insecticida y herbicida que existe es tener una plantación vigorosa que crece entre 3 y 4 cm al día. Como la planta o la hojarrasca sombrean siempre la tierra, las malas hierbas no tienen luz para crecer. Cuando cosechamos, la totalidad de los insectos de la parte aérea de la planta los eliminamos. Pero los insectos depredadores, que además se alimentan con las flores que contornean el cultivo, permanecen en mayor medida.

Un problema particular son las termitas. Cuando cortamos, los 10 cm de caña que queda en la tierra se secan y al ser ricos en azúcares, son invadidos por hormigas, pero sobre todo por termitas. La solución es inundar la plantación una o dos veces tras el corte.

En ecología a veces lo que parece evidente no tiene porque ser cierto. ¿Son benéficos los escarabajos peloteros? No tenemos la respuesta. Por una parte, entierran el estiércol entre 10-15 cm de profundidad, ayudando a su descomposición, y airean la tierra. Pero por otra parte se alimentan de raíces. No sabemos si prefieren raíces muertas, vivas, o si acaso no tienen preferencias. No sabemos las bacterias que se desarrollan en la bola donde se desarrollan las crías. Como las raíces de la maralfalfa son tan abundantes, no sabemos si una pequeña “poda” puede ser incluso beneficiosa. No nos queda mas alternativa que observar con atención lo que sucede cuando estercolamos y aprender a fomentar o reducir la población de escarabajos, probar alternativas y nunca dejar de distinguir entre lo que creemos y lo que sabemos. Porque en ecología, lo que sabemos, las cosas de las que podemos estar razonablemente seguros, son pocas.
En cuanto a la asociación de cultivos, la maralfalfa no se presta a ser intercalada con leguminosas ni con otros cultivos de huerta. Para que la maralfalfa de altos rendimientos tiene que crecer mas de 2 metros y sombrear la totalidad del terreno, lo que elimina cualquier competencia. De hecho, una plantación bien explotada permanece libre de hierbas.
El único cultivo que prospera asociado a la maralfalfa es el sorgo, que también es una planta C4 que crece mas rápido que la maralfalfa. El sorgo, al tener las raíces muy profundas no le hace competencia en cuanto a nutrientes ni en cuanto al agua y además mitiga que las sales asciendan por capilaridad.
Como alternativa, podemos plantar árboles en las lindes y caminos. Nosotros hemos optado por la moringa, que es un árbol de alto rendimiento, siempre que atendamos a sus requerimientos. La moringa es una buena planta forrajera con altos contenidos en proteína, que añadimos a la maralfalfa como complemento alimenticio para los rumiantes. Y además, como sus raíces son muy profundas, no le hace la competencia a la maralfalfa por los nutrientes, sino que al contrario recupera todo lo que puede lixiviarse.
El nutriente mas problemático desde el punto de vista ecológico es el nitrógeno. Como hemos mencionado, las necesidades del cultivo son enormes. Para producir 500.000, según la conversión ya explicada necesitamos 1.600 kg. de nitrógeno al año, o lo que es lo mismo, 3.485 kg. de urea. Son cifras jamás mencionadas, ni por la literatura científica, ni por ningún agricultor.
Para poner en contexto la cifra, podemos señalar que las autonomías españolas la cantidad de nitrógeno orgánico puede añadirse a los cultivos. Las cantidades oscilan entre 150 y 200 kg año. Y no se trata de límites impuestos a los cultivos ecológicos, sino a todo tipo de cultivos. Usar mayores cantidades puede ser un delito ecológico.
Nosotros no utilizamos ni con mucho las cantidades deducidas del tradicional calculo de requerimientos mencionado. La agricultura integrada tiene muy en cuenta todas las herramientas que la naturaleza nos ofrece para evitar el uso indiscriminado de productos de síntesis.
Disponemos cantidades importantes de nitrógeno en el agua de riego. Disponemos de moringa en los contornos del cultivo, que es una de las plantas que más nitrógeno captura. De bacterias y hongos fijadores de nitrógeno y bacterias foto sintetizadoras que nutren a las anteriores. Y las tenemos en el sub suelo, el suelo y en el montón de desechos que regamos pacientemente para compostar. Después de cosechar, mimamos a las ciano bacterias que colonizan la hojarrasca del suelo, para aprovechar casi por completo la energía solar durante las dos semanas en las que el cultivo no sombrea la totalidad del terreno. Regamos con aspersores cuando hay polvo en el aire, para aprovechar la increíble cantidad de los nutrientes que contiene. Además de todo eso, la maralfalfa es una planta C4 que comparte con las leguminosas la capacidad de favorecer la fijación de nitrógeno.
Sobre el nitrógeno hemos meditado largamente y seguimos sin tener todas las respuestas. Podemos saber con exactitud las cantidades que aportamos, del que además parte se pierde. Y deducir, aunque resulte incomprensible, que el resto del nitrógeno lo hemos extraído de la atmósfera, o del suelo. No hacemos nada que no sea bien conocido por las técnicas de la agricultura ecológica.
Por otra parte, los métodos que aplicamos son cuerpo de doctrina, conocidas por cualquier técnico agrícola que se precie. Tenemos por tanto indicios de que estamos capturando cantidades muy importantes de nitrógeno atmosférico, y de otros sitios, lo que nos anima a mantener y mejorar nuestras técnicas del cultivo.
Lo que producimos esta a la vista. Sólo observando las fotos del cultivo se deduce que la maralfalfa da mucho mas que un maíz forrajero, que suele acercarse a 100.000 kg. la ha.
No existen o al menos no se han reportado, ni plagas ni enfermedades específicas en plantaciones de maralfalfa. Pero los oasis son los paraísos de las plagas, que se suceden ininterrumpidamente a lo largo de todo el año. Durante la estación de lluvias, la abundancia de nemátodos hace difícil el cultivo de cualquier cosa. Al cesar las lluvias, los hongos producen verdaderos desastres. Y si llueve abundantemente en septiembre las plagas de langostas están garantizadas. Los agricultores locales agravan la situación con el uso inadecuado de pesticidas, matando a los insectos depredadores de parásitos que nos protegen de las plagas. Pero si se sabe, puede cultivarse sin pesticidas. El vertiginoso ritmo de crecimiento de las plantas C4 les confiere una ventaja de partida frente a las plagas, siempre que el manejo las tenga en cuenta. Pocas son las picaduras que vemos en el cultivo, y la solución suele ser fácil de aplicar, pero lamentablemente difícil de aprender. En el cultivo siempre vamos a tener abundancia de insectos, tanto insectos que son potencialmente una plaga como depredadores de los mismos. Los agricultores locales se afanan en cultivar maíz, y rara es la plantación que se libra de ser mermada por insectos o hongos. La maralfalfa crece a la velocidad del maíz, pero una vez que la planta tiene dos meses se corta, cuando en el maíz hay que esperar a que grane, y es en ese periodo donde es mas susceptible a padecer plagas. De las plantaciones de maralfalfa que existen en Mboro, pocas se libran de padecer plagas en mayor o menor medida. Nosotros, que no usamos pesticidas como ellos, no tememos plagas. No estamos seguros de hasta que punto es por las medidas ecológicas adoptadas o por el buen manejo agronómico.
A nuestro favor juega que el ciclo de vida de los depredadores suele ser mas largo, y además, suelen ser mas móviles que los insectos plaga. Los insectos benéficos suelen volar en mayor medida que los perjudiciales, que suelen se chupadores o bien vivir bajo la tierra, por lo que los primeros colonizarán antes el cultivo. Si cortamos la maralfalfa, la mayoría de los parásitos aéreos desaparecen, y los benéficos, aunque su número disminuye, si les ofrecemos alimentos alternativos, mantienen a raya la proliferación de futuras plagas.
Y existen varias formas de fomentarlos, como mantener abundantes flores cerca del cultivo. En cualquier caso, si la plaga incipiente es aérea, hay que cortar y durante las siguientes semanas regar abundantemente cada pocos días. Si la plaga es del suelo, regar y aumentar la materia orgánica, si es posible con estiércol. Pero hay que tener cuidado y observar, por que el estiércol es a su vez fuente de patógenos.
