Maralfalfa preparación del terreno y plantación.

El terreno hay que nivelarlo, mas aún que en el cultivo del arroz. Aunque el nivelado es imperativo para regar por inundación, incluso si se regara por goteo, por acequias o por aspersión, sería muy conveniente nivelar, porque un terreno nivelado siempre va a tener menores requerimientos de agua. Otra de las razones de cultivar en tablas de terreno bien nivelado es que se elimina la erosión del suelo y se reduce el lavado de nutrientes.




Si bien el arroz puede tolerar desniveles de entre 5 y 10 cm, en la maralfalfa no es así. Puesto que las láminas de riego que usamos para regarla oscilan entre los 5 y 10 cm, que tarda entre media hora y una hora en penetrar en el suelo, si tenemos 10 cm de desnivel, una zona de la tabla tendría 10 cm de agua y a otra zona el agua no habría llegado. En el caso del arroz, una zona tendría 5 cm y la otra 15, con lo cual el arroz puede progresar.

Si el desnivel que presenta la tierra antes de prepararla es grande, recurrimos a un tractor con pala. Después, se afina con una grada, momento en el que aprovechamos para incorporar el estiércol y las enmiendas. Finalmente se termina de nivelar los últimos centímetros con un motocultor o con una pala plana de madera para fangeo como las utilizadas para el arroz.
Si el suelo es previamente llano, es necesaria su preparación en profundidad, con un arado de vertedera de 40 cm con el que se incorpora el estiércol y las enmiendas, Y dos gradeos para seguir mezclando el estiércol y las enmiendas en la tierra a la vez que se mejora la nivelación.
Una vez que el suelo está llano, se trazan las tablas de riego, de la misma forma que el arroz, pero en nuestra opinión mucho mas pequeñas. En principio cuando nos establecimos en Mboro planteamos tablas de hasta 300 metros, muy usadas en los arrozales en Senegal, pensando en adaptarnos a la experiencia local. Pero finalmente, debido a que como hemos señalado la maralfalfa requiere un mejor ajuste de nivel que el arroz, pensamos que el tamaño ideal es de unos 100 metros.
Las tablas deben inundarse varias veces durante el proceso de nivelación, lo que ejerce un efecto insecticida y herbicida. Cuando inundamos por primera vez, al compactarse la tierra vuelve a perder el nivel. Es conveniente usar la maquinaria mas pequeña posible. Para tablas de 100 m2, lo ideal es un pequeño motocultor. Deben de esperarse al menos tres días después de inundar para que la humedad baje al nivel adecuado. Con el motocultor labramos superficialmente y con el mismo motocultor le pasamos la tabla de nivelar, de la misma forma que para el cultivo del arroz. También usamos las palas de fanguero del arroz.
El propósito es dejar bien mullidos los 15 cm superficiales, pero no remover muy abajo, dejándolo relativamente compactado, al objeto de minimizar la lixiviación. Esta técnica sería inviable en terrenos arcillosos, puesto que las raíces carecerían de oxigeno. La maralfalfa no dispone como el arroz de un sistema especializado para suministrar oxigeno a las raíces. Pero si la textura es limo arenosa los problemas de oxigenación se minimizan. Además, al poco de plantar, una legión de insectos horadan la tierra, y poco después, ardillas y pequeños roedores terminan la faena.
La maralfalfa se puede propagar por macollas o esquejes. Es preferible por esquejes, al menos si se trata de una gran superficie. La distancia de plantación depende del uso que le pretendamos dar y el plazo de corte previsto. Para alimentación animal, donde el corte debe de darse a los 60 días, lo ideal es 50 cm entre hileras con una doble línea de cañas, que se entierran entre 3 y 5 cm. Si pretendemos darle un uso para biocombustibles, 70 cm entre líneas.

Inmediatamente antes de plantar, se pasa el motocultor para mullir la tierra húmeda y se trazan las líneas, abriendo una zanja de no mas de 5 cm de profundidad, donde se extienden las cañas en una doble hilera, cubriéndose con unos 3 cm de tierra suavemente compactada.
Es importante contar con humedad suficiente en el suelo en todo momento, sin que le falte agua un sólo día, para asegurar un buen establecimiento. Durante las primeras dos semanas después de plantar se riega muy suavemente cada día. Durante el primer mes del cultivo hay que desherbar frecuentemente, para evitar la competencia por espacio, luz y nutrientes. Cuando el cultivo tiene un mes, se le pasa una bina para volver a descompactar las huellas del paso del personal, tras lo cual el suelo debe cubrirse de hierba seca para reducir la emergencia de otras plantas así como para conservar estable la temperatura y la humedad. A partir de ese momento es preferible evitar entrar a pisar el cultivo. Una vez implantado el cultivo, rara vez hay que desherbar y si se hace es atendiendo sólo a las malezas que mas destaquen.

Cada planta adulta puede multiplicarse por 10 a 20 en cada corte con buena fertilización y manejo.
Para la producción de esquejes es conveniente reservar una parte del cultivo donde la distancia entre líneas sea de 70 cm, para obtener plantas menos numerosas pero mas vigorosas.
